La piedra sigue siendo el motivo favorito de Mounat Charrat, que la explora en todas sus facetas. En el punto de partida de la exposición, una roca descubierta en el sur de Marruecos. Fotografiado de la mano del artista, uno creería estar ante un trozo de arcilla milenaria que, según el mito griego de Prometeo, estuvo en el origen de la creación humana. Suelo arcilloso del que se han moldeado esculturas o cerámicas desde tiempos ancestrales. Al elegir este motivo pétreo, el artista visual realiza un gesto inmemorial que nos transporta, de la misma manera, a los orígenes del universo. Entre los distintos elementos que componen la naturaleza, el mineral es sin duda el más antiguo, pero también el que está siempre en contacto con los demás reinos. Pensemos en guijarros submarinos, piedras volcánicas, aerolitos; el mineral se enfrenta constantemente al agua, al aire o al fuego.
Una historia sin fin
Utilizando la técnica del goteo, muy apreciada por Jackson Pollock, técnica que consiste en colocar el lienzo en el suelo y dejar fluir la pintura, el artista visual logra dar forma a universos en movimiento en los que la piedra parece animada alternativamente de forma centrífuga o centrípeta. Realmente no sabemos si estamos asistiendo a una explosión cósmica que recuerda a las teorías del Big Bang, a una erupción volcánica o quizás a la restauración del orden en un mundo demasiado caótico.
Al situar la exposición bajo el signo de la utopía, tan querido por el filósofo inglés Tomás Moro, Mounat Charrat parece a veces pedir un mundo mejor en el que los seres humanos también se tomen el tiempo de mirar, con una mirada nueva y sin duda mucho más humilde, la mundo que los rodea. Varios lienzos sobre marcos producen así un efecto de interacción entre el mineral y los retratos anónimos, como si el hombre todavía tuviera mucho que aprender de una naturaleza que se complace, día tras día, en saquear y destruir.
Si nos tomamos el tiempo, como nos invita el artista, de contemplar una simple piedra; tal vez seamos sensibles a la diversidad de formas, a la riqueza de los rasgos que las componen, a la materialidad misma de un objeto al que los pintores se han dedicado durante siglos. Las naturalezas muertas también se desarrollaron en la pintura durante el Renacimiento, contemporáneas a los escritos del filósofo humanista Tomás Moro, a quien aquí se rinde homenaje. Es una revolución de visión copernicana la que Mounat Charrat nos pide que realicemos aquí, redescubriendo el humilde placer de contemplar este “mundo mudo” del que el poeta Francis Ponge dijo que era nuestra “única patria”. »
una conciencia solitaria
Sin embargo, la dimensión lúdica no está completamente ausente en esta obra. El artista disfruta así jugando con las analogías que a veces tiene la piedra con el rostro o el cerebro humanos. Al colocar dos piedras de diferente composición una al lado de la otra, también podría parecer que ves aparecer una montaña, un barco o incluso un caracol. La multiplicidad del mundo sensible es también una llamada a tejer todas estas conexiones que son una de las razones de la existencia del arte. Saber qué resonancias tienen entre sí los diferentes elementos de la naturaleza constituye sin duda todavía el más indescifrable de los misterios que ningún algoritmo podrá jamás desentrañar.
Pero aún queda una analogía aún más sorprendente: la que vincula el mineral con la escritura. Sabemos que los primeros soportes de la escritura fueron, desde la antigüedad, las tablillas; La mayoría de las veces se construyen con madera, pero a veces también con materiales como pizarra o piedra. Es el caso de las Tablas de la Ley de las que se habla, por ejemplo, en el Antiguo Testamento. La exposición también desarrolla el motivo de la tablilla coránica -aunque el motivo de la piedra recuerda también a la Piedra Negra situada en el recinto de la Ka'aba, en La Meca-, a través de varios sombreros de madera, recordándonos cómo la materialidad siempre ha estado ligada al pensamiento y al lenguaje. Si perdemos de vista, en una época en la que las artes digitales resuenan con las promesas falaces de un mundo desmaterializado, la relación íntima que conecta a cada hombre con la madera y los minerales; Mounat Charrat nos advierte que fuera de la materia quizás no haya salvación. Antes de pensar en salvar nuestras almas, comencemos por preservar el mundo en el que nacimos: ¡la utopía hoy tiene este precio!
Olivier Rachet.
Exposición [E]utopia de Mounat Charrat, hasta el 9 de diciembre de 2017.